lunes, 31 de enero de 2011

HACIA UN ENFOQUE ALTERNATIVO DE LA ECONOMIA EMPRESARIAL


El mundo de la economía es fascinante. Economía significa administrar la casa en el sentido más amplio, es decir saber administrar un patrimonio y, como tal, es una ciencia que estudia las relaciones sociales que tienen que ver con la producción, intercambio, distribución y consumo de bienes y servicios que satisfacen necesidades individuales y colectivas. La economía es la ciencia que se encarga del estudio de la satisfacción de las necesidades humanas mediante bienes que, siendo escasos, tienen usos alternativos entre los cuales hay que optar.

Como he dicho, la economía es una ciencia y los seres humanos somos responsables de su cometido. Si eres economista tienes una visión de la realidad diferente a la de un sociólogo, un ingeniero o un simple ciudadano que día a día se enfrenta a la dura realidad económica en que vivimos para poder sobrevivir. Si esta fascinante ciencia social tiene un fin tan noble, asignar recursos para producir lo que la sociedad requiere y estudiar los mejores mecanismos para que se distribuyan de la mejor manera posible para su consumo, ¿por qué nos enfrentamos a tantos problemas económicos?, ¿por qué no funciona la economía?, ¿por qué tantos y miles más por qué?

Una de las principales causas por las qué nos enfrentamos a tantos problemas económicos que no se resuelven es la forma en que se enseña la economía y la administración en muchas aulas universitarias, principalmente en el campo de la microeconomía, el mundo de las empresas que se organizan para producir los bienes y servicios. En su estudio, se muestran tres factores económicos, universales, casi únicos, que se deben combinar (asignarse) para producir bienes o servicios: la tierra, el capital y trabajo. Desde este enfoque no existen otros y cuando se identifican se valoran como marginales, se subvaloran frente a los primeros. Se da por hecho que existe un modo único de organizar las actividades económicas, en el cual el capital tiene todas las capacidades, fuerza y posibilidades de adquirir otros factores necesarios para emprender una empresa, menospreciando otros factores de igual o mayor valor. La unidad económica base de estudio resulta ser la empresa capitalista.

Sin embargo, la realidad de nuestro país nos enseña que no hay sólo un modo de organizar las actividades económicas que sea racional y apropiado, que no hay solamente dos formas contrapuestas de organización económica —la capitalista y la socialista— con sus correspondientes tipos de empresas y sus sistemas de coordinación de las decisiones económicas, el libre mercado y la planificación centralizada.  También enseña que frente a ellos no existen solamente alternativas terceristas o mixtas, consistentes en una combinación de ambos, la llamada “economía mixta”.

La ciencia económica ha sido unilateral en el estudio microeconómico de las empresas, ha teorizado y construído modelos de empresa basados casi exclusivamente en las modalidades capitalistas de organización y comportamiento; cuando ha estudiado las empresas públicas o las cooperativas, lo ha hecho comparándolas con las formas capitalistas, tratando más de mostrar las diferencias que de identificar los modos específicos de ser de ellas mismas. Es por ello que los conceptos que ha elaborado la ciencia económica no siempre son suficientes para comprender la racionalidad y los modos de operación de las formas alternativas de empresa (campesina, cooperativa, familiar, organizaciones económicas populares, empresas de trabajadores, economía de donaciones institucionales llamadas sin fines de lucro, etcétera).

Es importante conocer las múltiples formas de organizar las actividades económicas, tanto a nivel de empresa como de conglomerados sectoriales que a su vez se insertan en diferentes modelos económicos y de desarrollo, con el fin de juzgar las formas económicas predominantes y optar por desarrollar aquellas que resultan mas adecuadas, necesarias o eficientes en función de nuestros valores, aspiraciones e intereses como país.

En un contexto de crisis como el que vivimos, que no afecta solamente a las estructuras capitalistas predominantes sino también a los proyectos de transformación más difundidos, es necesario buscar y prestar atención a las experiencias alternativas, porque ellas, aunque no siempre tengan una visibilidad o un grado de presencia significativa en las mesas sectoriales de diálogo con el gobierno, contienen en sí mismas aspiraciones e intenciones de ser elementos nuevos o renovados procesos de cambio social.

Es preciso identificar sus estructuras internas, sus modos de operación y funcionamiento, la manera en que se insertan en la economía y en la sociedad, sus tendencias de crecimiento y las potencialidades que puedan expandir, lo que nos permitirá poder descubrir posibilidades inéditas de acción que vale la pena explorar con el fin de encontrar respuestas a tantos por qué y construir una economía más rica, más humana, más justa, equitativa, solidaria y libertaria.

Ronald Hill A.
La Colina
Nueva Guinea, RAAS
Viernes, 28 de enero de 2011